Todo esto, sumado a las técnicas de conservación que permiten darle al queso curado la textura que tanto valoramos, hacen que cada bocado contenga un montón de beneficios. Pero antes de adentrarnos en sus propiedades, veamos a qué nos referimos por queso curado.
El queso curado se conoce por su periodo de maduración, que suele abarcar entre tres y seis meses respectivamente, si bien este proceso depende del tamaño y de la variedad del queso. Pensemos que hay quesos curados que se fabrican con leche de oveja, de vaca o de cabra.
Al mismo tiempo, el queso curado tiene un proceso de elaboración complejo, ya que pasa por distintas fases que van desde el ordeño, donde es crucial refrigerar la leche para que no pierda calidad, hasta el cuajado y el salado, donde el queso adquiere su punto de sal y corteza.
Por lo tanto, el queso curado requiere someterse al proceso de añejado, donde el objetivo es secar el producto y proporcionarle la calidad del ahumado o salado que tanto lo caracteriza.
Un ejemplo de queso curado es el gouda, un tipo de queso curado neerlandés que suele exportarse con un tiempo de maduración que llega a extenderse hasta los dos años.
Los beneficios del queso curado son muchos, ya que está compuesto por una gran cantidad de proteínas y grasas. Además, como el periodo de maduración es tan prolongado, este tipo de queso contiene menos suero y agua que el resto de quesos que encontramos en el mercado.
Vamos a enumerar detenidamente todos los beneficios que tiene comer queso curado.
Seguramente uno de los beneficios más importantes que tiene consumir queso curado es que nos proporciona una gran cantidad de calcio para mantener la salud de nuestros dientes y huesos. De hecho, el queso curado contiene 848 mg de calcio aproximadamente.
Para que nos hagamos una idea de lo que supone, el queso curado nos aporta más del 80% de la dosis diaria que deberíamos tomar para asegurar la fortaleza ósea de nuestro cuerpo.
Lo mejor de todo es que, cada vez que tomamos un trozo de queso curado, estamos previniendo posibles afecciones óseas que suelen aparecer con el envejecimiento, como es la osteoporosis, al evitar la descalcificación de los huesos. También reforzamos los dientes.
Si somos una de esas personas que deseamos ganar peso, el queso curado puede ayudarnos a conseguir nuestros objetivos. Cuando consumimos solo cien gramos de queso curado, estamos proporcionando aproximadamente cuatrocientas calorías a nuestro organismo.
De hecho, entre los queseros expertos se sabe que el queso curado es el más calórico de todos los tipos, y es que el tiempo prolongado de maduración reduce al máximo la cantidad de agua que contiene. La presencia de grasas también lo convierte en un queso calórico.
Como el queso curado tiene menos cantidad de lactosa que otros tipos de queso, es más fácil de digerir y causa menos impacto en nuestro estómago. En la mayoría de las ocasiones, los productos lácteos tienden a inflamar el sistema digestivo porque cuesta descomponerse.
Este molesto síntoma, que puede dar lugar a la presencia de gases en el tracto intestinal, se reduce cuando consumimos queso curado. Por eso, podemos incluir su sabor delicioso como parte de una dieta equilibrada sin que tengamos que preocuparnos por las digestiones.
El queso curado se caracteriza por ser una gran fuente saludable de potasio, un nutriente vital para el correcto funcionamiento de nuestros nervios y músculos. Si a esto le sumamos su concentración de proteínas (35,77 g), el queso curado es una gran opción en nuestra dieta.
Además, el queso curado contiene zinc, hierro y fósforo para ayudar a reforzar el sistema inmune y minimizar la anemia en personas que necesitan fortalecer su metabolismo. Su aporte extra de vitaminas del grupo B y las vitaminas A, D y E contribuyen a regular el organismo.
Los expertos en quesos siempre recomiendan el queso curado como una de las variedades más sabrosas para acompañar en nuestra dieta. Por ejemplo, se suele aconsejar consumir queso curado como aperitivo, junto a otros embutidos, en épocas festivas como la Navidad.
Eso sí, es importante moderar su consumo cuando nos preocupa nuestra tensión arterial y el peso corporal, ya que, además de ser el tipo de queso más calórico, el queso curado también contiene grandes cantidades de sodio y grasa que pueden repercutir en nuestra salud.
El queso curado se ha vuelto uno de los quesos indispensables para tener en nuestro hogar gracias a su delicioso sabor y al conjunto de propiedades nutricionales que incluye cada bocado. Una de las características del queso curado es su prolongado tiempo de maduración.
Los meses que se necesitan para garantizar que el proceso de elaboración del queso curado es el idóneo conllevan a crear un producto rico en grasas y sodio, y escaso en agua y en suero. Todo esto produce un queso con menos lactosa que resulta mucho más fácil de digerir.
No es extraño que el queso curado sea uno de los quesos más vendidos. Cuando queremos reforzar la salud de nuestros huesos y dientes, la presencia de vitaminas, ácidos grasos omega y nutrientes como el calcio, el zinc o el fósforo disminuye la aparición de patologías óseas.
Por último, el queso curado también se aconseja cuando necesitamos ganar peso, fortalecer nuestro metabolismo o mejorar el sistema inmunológico, gracias al alto contenido en potasio y calorías. El queso curado es esencial para luchar contra los difíciles efectos de la anemia.
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