Muchas veces nos olvidamos de que existen más de 100 variedades de quesos en España. Cada queso tiene una textura, forma y características distintas que exigen un corte y conservación concretos. Solo el tipo de leche o la curación determinan cómo cortar el queso.
Para conseguir mantener las propiedades sabrosas que tanto valoramos de nuestros quesos, necesitamos saber cómo cortarlos y tratarlos posteriormente. Así, seguiremos consumiendo cada tipo de queso sin perder el gusto por su textura y sus maravillosas cualidades.
Los quesos redondos deben cortarse de una forma u otra dependiendo de la textura y el tamaño a los que nos refiramos. Veamos detenidamente cómo cortar cada tipo de queso:
Cabe mencionar que, cuando nos disponemos a cortar estos quesos pequeños, los expertos aconsejan humedecer el filo del cuchillo con un poco de agua a temperatura caliente y luego secarlo, para no correr el riesgo de que se pegue a la textura delicada del queso.
Una vez hayamos secado el cuchillo, ya podemos empezar a cortar el producto sin peligro de que el corte estropee la calidad y características propias de los quesos redondos y pequeños.
Los quesos que tienen una textura muy dura se pueden romper con bastante facilidad y, por eso, exigen cortarse de formas muy delicadas. Estas son las técnicas que podemos usar:
Puesto que estos quesos tienen una textura fácilmente rompible, la única forma de manipular estos productos es creando cuñas muy pequeñas para poder desmenuzarlas después y presentarlas en tablas como aperitivos, junto a uvas u otros tipos de embutidos sugerentes.
Para facilitar el corte, evitar que el cuchillo se pegue a la textura y hacer que se deslice suavemente por la pasta del queso, podemos optar por humedecer el filo con agua caliente durante unos minutos o untarlo con un poco de aceite de oliva previamente.
Los quesos blandos son más fáciles de cortar que los quesos muy duros, pero contamos con el desafío de evitar que el filo del cuchillo se adhiera demasiado a la pasta del queso. Por eso, es recomendable cortar los quesos blandos en triángulos pequeños, con un grosor de 5 mm.
Para ello, comenzaremos por cortar los quesos blandos desde el centro hasta el borde. Podemos aplicar un poco de aceite de oliva en el filo del cuchillo y así conseguiremos que cada corte sea suave y certero, sin correr el temido riesgo de que se pegue a la textura del queso.
Los quesos que tienen forma cilíndrica, como el queso de cabra, se suelen utilizar como acompañamiento en ensaladas y tostadas, y por eso deben cortarse en rodajas. Para ello, es aconsejable empezar a cortar las rodajas muy finas desde un extremo hasta el otro.
Una forma de asegurar que el cuchillo no se queda adherido a la pasta del queso cilíndrico es humedecer el filo cada vez que vayamos a hacer un corte.
Una práctica fundamental que nos ayuda a mantener las cualidades sabrosas y la textura cremosa de cualquier tipo de queso es conservar el producto correctamente. Para ello, es crucial hallar un lugar fresco donde podamos almacenar el alimento, como el frigorífico.
Pero antes de guardar el queso en el frigorífico, es recomendable meterlo en una fiambrera hermética o envolverlo en plástico o papel de aluminio. Según la variedad del queso, tendremos que elegir una temperatura u otra para lograr que se conserve a la perfección:
A la hora de conservar el queso, es imperativo que nunca se congele. Sacaremos el producto del frigorífico al menos una hora antes de consumirlo, para disfrutar de su sabor y textura a temperatura ambiente. Es aconsejable cortar solamente la cantidad que vamos a comer.
Con todos estos trucos, lograremos conservar cualquier tipo de queso de forma correcta para mantener todas las propiedades del producto lácteo en su mejor estado.
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